El fracaso de la didáctica.

 La introducción del entretenimiento en el aula se ha vuelto cada vez más frecuente en los últimos años. Con la creencia de que la incorporación de actividades divertidas y ''atractivas'' mejorará el rendimiento de los estudiantes, lo cierto es que los educadores recurrieron a la ''gamificación'' y otras técnicas similares para crear un entorno de aprendizaje agradable con un enfoque que nace de las buenas intenciones, pero se evidencia en la practica, que es una aproximacion ingenua al aprendizaje, que no fue capaz de previsualizar sus potenciales consecuencias negativas.

A pesar de sus buenas intenciones, el enfoque de la escuela divertida ha conducido a una transgresión del sentido mismo de la educación. Al priorizar el entretenimiento y la ludificación sobre la búsqueda del conocimiento y la comprensión, algunos estudiantes se han vuelto adictos a los juegos y estan perdiendo de vista el verdadero propósito del aprendizaje. El enfoque de la escuela divertida ha conducido a un aprendizaje superficial y una falta de curiosidad intelectual genuina. Lateral a esto, como docente he podido palpar la falsa sensación de logro, ya que los estudiantes se enfocan más en obtener puntajes altos y ganar juegos, obtener un ''shot'' de dopamina, en lugar de buscar una comprensión más profunda del area de conocimiento en la que esta involucrado. 


La noción de diversión y de entretenimiento en principio son ideas con una carga conceptual positiva, se reciben de inmediato como actos benignos, pero la practica demuestra que este es uno de los principales factores de distracción, bajo rendimiento y por ende generador de un enorme daño social, debido a que estas dificultades en el aprendizaje derivan en un aumento en la brecha en la desigualdad.

Otro perjuicio evidente en estudiantes que están expuestos constantemente al aprendizaje basado en el entretenimiento, es que estos normalmente tienen dificultades para aplicar sus conocimientos fuera del aula, están inmersos en un ciclo de búsqueda constante hacia la simple diversión y la dopamina que esta les genera, incapacitandoles para desarrollar proyectos a largo plazo o que requieren constancia y concentración. 

La idea de la educación como una forma de entretenimiento también es problemática porque en algunos ha reforzado una mentalidad consumista, alentándolos a ver el aprendizaje, y en general las relaciones con su entorno, como un producto que tiene que estar listo para entretener y consumirse rápidamente, en lugar de un proceso de descubrimiento y crecimiento constante, que ademas se haga por el hecho virtuoso de conocer y aportar. Lo paradójico ademas, es que al hacer del aula un escenario para el entretenimiento no se permite tampoco el acceso a esparcimiento de calidad, este tampcoo se puede desarrollar en su plenitud.



Otro de los peligros, ahora relacionado con los maestros, es que el enfoque de la escuela divertida es a veces usado para encubrir la falta de conocimiento o comprensión profunda. Algunos educadores confían en juegos y trucos para distraerse de sus propias limitaciones, en lugar de involucrarse con el material e impartir una comprensión mas compleja del tema. Esto no solo socava el proceso educativo, pues perpetúa una cultura del fracaso en las escuelas y los estudiantes que no podrán usar el aula para acceder al mundo que les rodea de manera conciente, y quedarse solo en una aproximación superficial. Ademas desvirtuá la tarea del profesor que pasa de ser un educador y transfigurarlo, (sin desmeritar) a ser un entretenedor. Para comprometerse verdaderamente, los educadores deben estar dispuestos a reconocer y aceptar sus propias limitaciones. Solo entonces pueden crear una experiencia auténtica y significativa que inculque el amor por el aprendizaje en sus alumnos, que les facilite el acceso al conocimiento.

Los juegos y las diversiones pueden proporcionar un placer temporal, que no pueden reemplazar la profunda sensación de satisfacción y comprensión que surge al lidiar con ideas complejas y descubrir nuevos conocimientos. Ciertamente hay un lugar para el disfrute en el aula, pero es importante entender que el aprendizaje significativo requiere esfuerzo, disciplina y compromiso.  

Los educadores deben estar dispuestos a desafiarse a sí mismos y a sus alumnos para interactuar de manera significativa. La pregunta ya no seria si la educación debe ser placentera, sino, qué tipo de disfrute es verdaderamente satisfactorio. ¿Es el placer fugaz del entretenimiento superficial o la felicidad duradera de la genuina curiosidad intelectual?. Interés y satifacción personal no deberían competir con el divertimento. Debemos redescubrir el porqué de la educación, crear un ambiente de aprendizaje que realmente prepare a los estudiantes para los complejos desafíos del siglo XXI.




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